El ser este,
la vida fluyendo desde su cascarón
alimentándose de aquella madre que la nutre generosamente de sangre y leche de cal,
y cabellos serpenteantes diluyéndose en el mar del ser este, desde la ciudad innombrable de donde provengo
y con mis aletas haré el llamado helióptero de cosmogonías superpuestas, y desde aquel ardor del centro de donde provengo, mi locura y yo, en efervescencia, en ebullición y a punto de estallar la maquina del cerebro se multiplica en amorfos cristaloides que se hacen llamar neuronas, y su reina, dueña del mar mineral, infinita y veloz las hace llamar hijas mías, causantes de expansiones legendarias y milenarias sobre la faz de nuevos continentes por los cuales luchar arduamente bajo la mirada eterna y desinflada de estos infinitos animales dateados.
Ellas expanden los conocimientos sobre una llanura alisare y centelleante donde mi ser se abre y despliega la luz de mi cueva intima, irradiando la fuerza de un universo en movimiento.
Escrito el 2005.
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