Cada uno es un mito
Sumado a el muchos más
Cargándolos como verdugos de un rey
Una espalda vencida y afligida a la vez grita:
¡Liberaos! ¡Liberaos!
¡Ya llega!, ¡ya llega! ; ¡nadie!; ¡nadie nunca llegará!
Sopla aquel viento cósmico que tocó mi espíritu en aquel viaje torrencial de la devastación de mi misma, esas mareas de fuego helado sobre el desierto ardiente de esta costa primigenia jamás dejaran de arder en mi ni en el gran Pakatnamu o acaso la maldad de la guerra sacudió un Huáscar, descuartizado cuerpo en el océano de una tierra por construir. .
. . . DERRUIR CONDENAS
DESARRAIGOS SIN NOMBRE ALGUNO
DESNUDOS CUERPOS ATADOS PENDEN DE UN PENSAMIENTO MACABRO. . .
Y la ciudad donde habito, gran mitómana; quemas tus paredes
sofocadas de luces variopintas y pedazos de sombras por doquier
Haces el claroscuro que quieres y el ritual que sostiene tu existencia,
mito tuyo tan solo reflejo de esta realidad resquebrajada,
“HABRA QUE REINVENTARSE LAS VECES NECESARIAS PARA NO CARGAR CON TU CONDENA”, increpa el mas sabio que me habita
Cada mito; la condena que se merece, sobre uno o sobre otros.
Mito desmitificado; libertad del hombre nuevo.
Gira universo eje mito alrededor de mi sien angustiosa, que me mato me renazco me reinvento me conspiro y te veo girar por mi, cualquier día que quiera a través de mi ventana.
Febrero del 2008.
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