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lunes, 25 de mayo de 2009

NO HAY MAYOR SILENCIO

No hay mayor silencio que el silencio de la luz desplegada sobre las cosas
de esta habitación en ruinas oscura y roja que se hace llamar mundo
El fuego ardiente de nuestros pasos sin huellas
El fuego ardiente de todos los pasos que dejaron huellas
de aquellos a quienes mi memoria les brinda el homenaje de la sangre
les digo, sus pasos en vida ahora son cenizas fértiles de lo que quiero ser

No hay mayor silencio que el de la memoria de un loco
Ni mayor gesto en su cara cuando recuerda lo que fue
Ahí sus ojos ensombrecidos gesticulan la mueca del silencio
Y el lenguaje
Y las palabras
Y los idiomas
Se vuelven en mí el sentimiento de la mentira

¿Qué camino encontró un muro que no pudimos romper?
A mi memoria le gusta decir “yo estuve ahí”
A mi inteligencia le gusta decir “pude salir”
A mi miedo le urge decir “¡no más los ojos huecos de la mujer enlutada!”
A mi esperanza irremediable le es imprescindible decir “debimos cruzar todos”
A mi nostalgia le consuela decir “pinto y escribo lo que nadie puede ver”
Y a mi dolor le complace el silencio absoluto, las gotas de te, el humo del aliento, el viento del azur y el fuego crepitante de la llovizna que avanza sobre la acera infinita que mis pies descalzos construyen a cada andar, recompensa de empuñar los puños contra la pared y ser finalmente la poesía hecha materia, de sangre y de huesos, de batalla y de muertes.


Mayo 2009.

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