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sábado, 24 de mayo de 2008

La Agonía de La Noche

En la lejanía, mas allá aun del horizonte desconcertante, en lugares remotos e imposibles de ver para el ojo del ser humano común se debate la cruenta batalla de la luna y de la luz del día, que nace para dar muerte a la luna y a su noche y dar paso al fervor pensante de la luz caleidoscópica del sol que nos toca y nos quema sin matarnos cada día.
La muerte entonces no es final de nada, trance hacia la luz y la luz hacia la oscuridad nuevamente, ciclo infinito como el tiempo que la envuelve y nos envuelve entre los mantos de la nada, polos que se hacen uno solo.
Es la agonía de la noche. . .
es la muerte que a pesar de todo no deja de ser muerte
para nosotros los humanos; es ausencia lo que nos deja
y llanto.
En aquellos paisajes que los descubro inhóspitos es el cielo torrencial el que agoniza cada noche y sus astros y estrellas, personajes principales de aquel drama que se sucede a pesar de nuestra inatención, están vivos y viajan a la deriva como se sucede en lo mas interior de nuestro espíritu, casi siempre sin saberlo y sin quererlo.
La ley de la naturaleza es mas fuerte que cualquier ley humana impuesta o heredada.
Es la razón y la lógica enfermiza de esta en mi opinión seudo-civilización lo que limita a la libertad de poder ver lo que hay dentro de uno que esta a la vez millones de veces lejos de nosotros.
Es la luna roja, que ardiendo interiormente es vencida por la luz que la toca y la hace agonizar, metáfora cósmica e intima de la muerte en cualquiera de sus manifestaciones, imagen poética, silenciosa muerte de todos los días, virtud de la imagen pictórica en tanto posibilidad de detención de ese instante para dotar a la memoria imaginativa de una realidad aterradora que a todos nos llegará, sublimizada en tanto amor a la vida,
es esa luz que nos toca,
es esa noche que nos toca,
es la agonía de la noche, que son su furia nos lanza su grito de un adiós eternizado.


Verónica Cabanillas Samaniego.

Miércoles 14 de mayo del 2008.

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